Breve reflexión: el fenómeno Dejame Entrar
Publicado por
Giancarlo el
18 de enero de 2011
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why so serius?
El otro día, navegando por Facebook, me topé con un par de personas diferentes que tenían fotos de perfil relacionadas con esa película. Y me llamó lo suficiente la atención como para que me incitara a pensar un poco (de eso que ves algo antes de irte a la cama y le das vueltas).
La película sueca Dejame entrar (aka Let the right one in aka Låt den rätte komma in) fue una de las sensaciones del año 2009, una producción sueca relativamente pequeña, de muy buena factura técnica y cinematográfica, que narra la historia de Oskar, un chavalín taciturno y margi (por no decir acosado y constantemente humillado por sus compañeros), y cómo se ve alterada su vida cuando se muda a su edificio una extraña y fascinante niña de hábitos nocturnos y que, más tarde averiguamos, resulta ser una pequeña vampira, condenada a pasar la eternidad en esa forma infantil. La película, a pesar de toda la parte de fantástico-sangrienta y las escenas chocantes sutilmente hilvanadas, no deja de ser una historia de ¿pérdida? de la inocencia y primer amor. Y creo que es por eso que se está convirtiendo en una peli de culto, especialmente para las mujeres, que pareciera que sufren más con esto de los sentimientos.
Ese es creo el atractivo de esta película, que además de ser una historia de vampiros decente y sobria, de las que administran la sangre y la adrenalina con cuenta gotas, cuenta, en un segundo nivel, otra historia.
Al final las películas de género que recordamos son aquellas que no se quedan en el género, no. Hay algo en la relación de estos dos niños que todos anhelamos. Porque todos nos hemos sentido sólo y abandonados en alguna ocasión y hemos deseado que alguien apareciera de la nada y nos aceptara como somos y blablabla. Sé que todo esto parece una mierda, es lo que tienen los sentimientos, que escritos resultan muy pastelosos. En definitiva, es el gran sueño del niño friki.
Buscando un poco imágenes de la peli en Google me topé con esta imagen de los dos actores presentando no se qué unos años después.
¿Veis la diferencia? Aparte de la más obvia, la de la pubertad y las tetas suecas que esperaban, implacables, en el genoma de la niña, me parece que se ve muy bien que desaparece esta inocencia y esa química, eso que deseamos y que no podemos recuperar. Los pobres chavales ya han dejado eso atrás. Ahora el cuerpo y las mezquindades mandan.
No sé, es algo sobre lo que podría escribir más pero no es plan. Cuando uno se pone sentimental por la madrugada...
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